Aristóteles distingue tres tipos de alma: vegetativa, sensitiva y racional. La primera hace referencia a las plantas, la segunda a los animales, como por ejemplo a nuestro perro, y la tercera de orden superior a los humanos. Esto funciona como un juego de muñequitas rusas, que van unas dentro de otras. Así el ser humano posee las tres almas, siendo la tercera, la que lo diferencia del resto del reino animal y vegetal.