EL joven estudiante de filosofía andaba por la calle Pedro Antonio de Alarcón, una de las paralelas a la Avenida Camino de Ronda en la monumental ciudad de Granada.
EL joven estudiante de filosofía andaba por la calle Pedro Antonio de Alarcón, una de las paralelas a la Avenida Camino de Ronda en la monumental ciudad de Granada.
Cuentan los que conocieron a Pirrón y La paradoja de la inmortalidad, que este gustaba de desafiar a los dioses danzando al borde de los acantilados, incluso que danzó dentro del mismísimo cráter del Etna, ajeno al fuego y a los efluvios tóxicos que emanaban de la tierra.