Aristóteles distingue tres tipos de alma: vegetativa, sensitiva y racional. La primera hace referencia a las plantas, la segunda a los animales, como por ejemplo a nuestro perro, y la tercera de orden superior a los humanos. Esto funciona como un juego de muñequitas rusas, que van unas dentro de otras. Así el ser humano posee las tres almas, siendo la tercera, la que lo diferencia del resto del reino animal y vegetal.
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DISEÑO Y ALTAS CAPACIDADES
El alma o la psique tienen su origen en la psicología en sus aspectos más elementales. Así podemos destacar que, dentro del alma racional, de nuestra mente superior, existen grados, grados de inteligencia que en algunos extremos denominamos Altas Capacidades.
Yo en este caso, quiero romper una lanza, por la causa final y la causa eficiente, volviendo a Aristóteles. Me explico. Voy a partir de la base de que hay “algo” que representa el sujeto o agente inteligente que diseña y esculpe, las muñequitas rusas antes mencionadas.
Resulta evidente que se ha querido dar al diseño humano un trato preferencial frente al resto de diseños, tanto animales como vegetales.
DE PERROS Y HUMANOS
Pero yo observo a mi mascota. Mi perro. Y sin duda se trata de un diseño cuando menos polivalente, ya que puede llevar a cabo más de una función, aunque limitadas en número, mientras que un humano ofrece un diseño enfocado a multitud de tareas y roles bien diferenciados ofreciendo un espectro de posibilidades cuasi infinitas.
Por ello, no encontraremos reparo en afirmar que un perro como ejemplar animal tiene un diseño limitado y una funcionalidad específica. O podríamos añadir que la capa de “software” de un perro está estructurada para un número finito de acciones dentro de un contexto natural concreto.
La capa de software de un humano, en cambio, posee una estructura abierta para infinidad de acciones lo que multiplica su capacidad de adaptación.
Un perro puede aparearse, y un humano también, pero un perro no puede componer una sinfonía, o un poema, o resolver una ecuación matemática. En ese sentido, se podría afirmar como resultado de una breve observación de nuestro entorno, que existen humanos que se asemejan en su conducta a un perro, ya que se identifican en mayor grado con las funciones básicas o primarias propia del animal. Y que al mismo tiempo renuncian de forma voluntaria a intentar potenciar sus Altas Capacidades.
Es evidente que un perro demuestra emociones, puede sentir miedo al castigo o amor por la comida, etc.
Pero ¿Para qué sirve la inteligencia y qué función debe cumplir? En realidad, las Altas Capacidades deben contemplarse como un instrumento o herramienta al servicio de la superación de problemas complejos, que pueden sobrevenirnos en el devenir de la vida.
EL PROBLEMA DEL BIEN Y EL MAL
Un asunto preocupante, es cómo alineamos el bien y el mal en relación con estas tres almas. Porque si lo pensamos, un perro puede tener mal carácter, ser lo que se dice malo. O puede llegar a tener un comportamiento agresivo con otros perros o con los propios humanos. El problema en el humano es que cuando se combinan un mal carácter con una alta capacidad cognitiva este puede causar estragos, digamos que crece exponencialmente las capacidades de hacer daño a sus semejantes.
Igualmente, una sociedad dominada por el mal carácter, que aúna el esfuerzo de millones de personas en una meta común, puede cometer verdaderas atrocidades. En ese sentido el poder destructivo es incalculable.
Pero qué pasa cuando en un mismo contexto social, concurren una multitud de humanos simples con inclinaciones “caninas” frente a un humano de altas capacidades. Tengamos en cuenta que el principal problema que hay sobre la mesa, es el de la supervivencia o adaptación al medio, y qué en el caso del humano, la mejor estrategia si no la única posible, es la asociación con otros individuos de su misma especie.
En este sentido, el humano de altas capacidades tendrá que emular una conducta canina, para entenderse con sus compañeros de espíritu canino. En resumidas cuentas, se verá obligado a comportarse como un hipócrita, no podrá ser sincero, so pena de ser mal interpretado y reprendido por una actitud que no despierta el afecto de la mayoría.
Este es el sino del humano que cultiva las altas capacidades en privado, mientras que en público se debe mostrar agradecido y jovial, por ser “perdonado” al no exteriorizar una conducta contraria al sentir del grupo.
CUATRO PERFILES PSICOLÓGICOS
Ahora atenderemos a las posibilidades, en virtud de los distintos caracteres, buenos o malos, y a las distintas inclinaciones, caninas o elevadas.
En la siguiente tabla se muestran los cuatro grupos principales de humanos:
Inclinación canina | Inclinación elevada | |
Mal carácter | Condición antipática | Mal absoluto |
Buen carácter | Condición simpática | Bien absoluto |
Esta es una tabla simple, que conecta dos cualidades en sus respectivos valores contrarios.
Los humanos con mal carácter e inclinación canina serán considerados antipáticos, personas tóxicas y extremadamente vulgares, capaces de cualquier brutalidad o tropelía, sin mostrar escrúpulo alguno.
Los humanos con buen carácter e inclinación canina serán considerados simpáticos, seguirán respondiendo principalmente a sus instintos, pero desde un espíritu jovial y desenfadado.
El humano con mal carácter e inclinación elevada puede considerarse un peligro para su propia especie, ya que representa el mal absoluto, una maldad refinada.
El humano con buen carácter e inclinación elevada representa el bien absoluto. Pues tenderá de forma natural hacía sus Altas Capacidades para ayudar al prójimo, aunque pase penurias o calamidades en el proceso.
LA SALUD MENTAL
La salud mental se verá seriamente amenazada para el humano de buen carácter e inclinación elevada no solo porque deberá escindir su forma de ser para adaptarse, como explicábamos antes, sino que además por antagonismo se convertirá en el foco u objetivo de aquellos humanos de mal carácter. siendo el peor escenario, la confrontación abierta con el mal absoluto.
La victoria generará líderes sólidos y comprometidos, capaces de gestar grandes cambios u avances sociales. En cambio, la no superación o derrota, ante el mal y la estulticia, tendrá en jaque permanente, en forma de complejos y ansiedades, al humano de buen carácter e inclinación elevada. Menoscabando su ámbito de acción. El bien absoluto, al no poder cumplir su objetivo y verse cercado por fuerzas hostiles, entrará en una dinámica de frustración permanente que alimentará la posibilidad de padecer ciertas patologías, como la depresión o la ansiedad. En el mejor de los casos, se buscará cualquier excusa para justificar el aislamiento, ahogándose la llama de la libertad en un entorno de macabra oscuridad.