LA APERTURA DE LA CONCIENCIA (I)

Imagínate frente al espejo por primera vez. Tu rostro asombrado, el reflejo de tus órbitas, tu primera sensación o más bien certeza, de auto-conciencia.  Ese que ves eres tú, o más bien una representación de tu verdadera esencia de carne y hueso. Pero ahora piensa en tu alma, y la posibilidad de la existencia de un espejo que la refleja. Esa combinación del ente, llamémosle alma, mente o espíritu junto con su reflejo, es lo que llamamos objetivación, o auto-referencia. Un sujeto que se convierte en objeto para sí. Una mirada de boomerang, un ejercitar la conciencia. 

Pero analicemos, el espacio que nos separa del espejo. La propia operación de la reflexión, de verse reflejado, implica una separación, una distancia entre modelo e imagen reflejada, este es el espacio del pensamiento, de la mediatez. Un proceso que proyecta sobre el mismo espejo otras imágenes, ideaciones de las que raramente podemos escapar. 

Es por ello, que a la hora de señalar la realidad, no cabe más que identificarla como la pura inmediatez, el acto o el hecho, lo que es el caso, que diría algún filósofo austriaco. La realidad sería pues aquella que constata las siguientes propiedades: inmediatez e irreflexión (intuición). 

Por tanto, toda expresión, símbolo o referente, en cuanto que mediato es ajeno a la propia realidad, y debe ser considerado como un mero constructo, que forma parte de un universo simbólico, mediato, que no refleja unívocamente la realidad. 

Es decir, que no debemos dar crédito a los reflejos del espejo, porque este puede distorsionar la realidad según su disposición. Incluso podemos proyectar imágenes, y considerar que tienen su correspondencia en la realidad, cuando no es así.

Por eso debemos considerar el ente, o el Ser, como la única realidad, inmediata e irreflexiva, pura intuición. Así el reino animal, en su gran mayoría, adopta esa intuición como fuente de acción inmediata. 

En otra ocasión analizaremos, la relación de esta intuición, con otras fuentes de conocimiento, como sería el caso de la inducción y la deducción o inferencia lógica. Entendiendo que la inducción y la deducción entrarían en la categoría mediata o discursiva, que referencia a algo, pero que se separa, se aliena, de la realidad inmediata, volviéndonos extraños, creando conciencia, reflexión o razón.

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Hola, soy el fundador de FILOAPUNTES. Este sitio esta dedicado a publicar parte de mi producción intelectual así como los apuntes y esquemas realizados para las asignaturas del grado de filosofía.

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