Un enfoque cualitativo desde la óptica de la demanda
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Breve nota sobre el autor
Tal vez para conocer bien las intenciones de alguien resulte imprescindible algo de conocimiento sobre ese alguien. En mi caso particular, sólo le pido que considere este escrito como la obra de un loco. Quién si no se atrevería a postular un nuevo enfoque económico para un futuro incierto. No juzgue al personaje, se lo ruego, juzgue tan solo las ideas, el material o contenido que se le presentan y procure abstraerse de su condición académica, filiación política y toda esa amalgama de prejuicios que nos hacen descartar antes de tiempo el análisis honesto de unas ideas, que podrían invitar a la reflexión y esconder alguna que otra revelación intelectual.
Me considero ante todo un ser autodidacta, que abreva lejos de los caminos transitados, al margen del ruido y del zumbido frenético del mundo. Eso me da una cierta tranquilidad para atender mis inquietudes con las que suelo trabajar día a día, sin cejar en el empeño. Una de las inquietudes principales, parte de la premisa de considerar a los seres humanos desfavorecidos como si de usted o yo se tratase, empatizar con un mundo de pobreza, explotación, desigualdad y carestía absolutas. Y dada la suerte de haber nacido en un mundo de sobreabundancia, ser capaz de detectar cuales son las causas que distribuyen esta desigualdad de suerte en la economía humana.
Sobre la exclusividad de la función comercial
Cuando hacemos referencia al comercio pensamos en personas con una habilidad innata o especial perfeccionada con la práctica que los convierte en auténticos maestros comerciantes. Frente a esta visión estereotipada quisiera proponer una idea algo menos tangible, que no habita necesariamente en el cuerpo de un ser humano, a esta idea la llamaré función comercial.
Esta función comercial reúne el conjunto de las prácticas y conocimientos necesarios para que un sujeto llegue a ser considerado buen comerciante. Sin dominar la función comercial no seremos capaces de llevar a cabo tal desempeño con la probabilidad de éxito deseada.
Otra pregunta que me hago llegado a este punto, es sobre la titularidad de la función comercial. Es decir ¿Quién ostenta el derecho de la función comercial? ¿Existe algún tipo de exclusividad o privilegio para un determinado grupo social por ejemplo, o bien cualquiera que tenga un mínimo grado de racionalidad puede optar a convertirse en un buen comerciante?
Esta cuestión es capital ya que despeja el camino para que cualquier ser humano libre y deseoso de defender sus intereses de negociación pueda hacerlo adquiriendo la función comercial. No quedando ésta restringida en modo alguno a determinados ámbitos o grupos sociales.
¿Derecho a comerciar para todos?
Todo esto está muy bien. Pero hoy es día de rebajas y el centro comercial está lleno. Es hora de poner en práctica nuestras habilidades comerciales. Sin embargo, tras titubear un poco y proponer una rebaja en el precio de un producto, nuestro interlocutor, un amable vendedor nos remite a la etiqueta de dicho producto donde ya figura, según él, un descuento sustancial.
En este escenario, denominado de venta al por menor, las reglas ya están prefijadas. Obviamente nosotros tenemos la última palabra sobre la compra del producto. Aunque ya es tarde, una señora ha sido más hábil que nosotros y ha accedido a comprar la última unidad del producto al precio estipulado en la etiqueta.
En este caso la competencia me ha perjudicado. Si, es posible que el precio fuera más económico gracias a dicha competencia. Pero la cantidad insuficiente del producto ha obrado en mi contra, quedando mi necesidad insatisfecha. Por suerte se trataba de unos calcetines y no de un artículo que me privara de una necesidad vital.
Modelos cooperativos de compra
Volviendo a casa nos preguntamos por las circunstancias de lo ocurrido. Si, esa señora y yo competimos bajo la mirada complaciente del vendedor. Y en general lo hicimos todos y cada uno de los consumidores que acudimos bajo el imperativo de la demanda de productos rebajados.
Sin entrar en cuestiones de marketing, lo cierto es que la gran superficie o gran almacén puede contemplarse como un enorme concentrador de demandantes. En comparación con otros establecimientos comerciales de dimensiones más modestas que tan solo atienden un determinado nicho de productos.
Esta concentración de la demanda en grandes superficies con un catálogo generalista, ya sea en formato físico o digital, permite obtener un gran poder de compra por parte de las empresas propietarias de los mismos. De hecho el éxito de esta estrategía depende de la viabilidad en la colocación de gran cantidad de producto adquirido a bajo coste gracias al gran poder de compra que respaldan dichos puntos de venta masivos.
En realidad lo que está sucediendo, es que estoy renunciando a mi derecho a comerciar, siendo un intermediario el que marca la pauta en ese sentido, mi derecho a comerciar o a negociar un precio, lo estoy cediendo, no solo yo, sino la totalidad de consumidores que acudimos a una gran superficie, aceptando de buen grado la solución, traducida en sus precios, que nos ofrece la empresa propietaria de esas grandes superficies.
Como ya he comentado anteriormente, la renuncia voluntaria a nuestro derecho a comerciar o negociar de forma individual puede no ser un problema, pero si lo es a mi juicio, cuando se traduce en una pérdida del derecho a comerciar o negociar de forma colectiva. Es decir, cuando acudimos todos los consumidores sin una postura unificada, de forma disgregada o fragmentada a la negociación, nuestra propia competencia nos debilita al tiempo que refuerza la postura unificada de la otra parte.
Es por ello, que no resulta descabellado, tomar en cuenta la sugerencia de potenciar modelos de compra conjunta o cooperativa para reducir esa brecha inadmisible, que supone un obstáculo o un impedimento para el ejercicio pleno de nuestra representatividad en cuanto al derecho a comerciar.
El Mercado Natural (MN)
El Mercado Natural, en adelante MN es un concepto abstracto que surge de observar la interacción de dos sujetos que negocian en igualdad de condiciones por dos tipos de productos.
A cada sujeto le compete la producción de uno de los productos y debe de negociar con su homólogo por el otro producto.
Por ejemplo, supongamos que uno produce la sal para conservar la carne, y el otro como experto cazador provee de carne. Ambos se necesitan, así que el excedente de sal del primero sirve para comerciar la adquisición de carne, que pertenece al excedente de carne del cazador, que obtiene la sal para la conservación de su sustento.
Esto es una referencia cruzada de dos productores, que comercian con el excedente, llegando en términos ideales a un equilibrio que se traduce en una satisfacción plena de las necesidades de ambos, como bien refleja la siguiente figura:
En este sentido la demanda del sujeto A se atiende con la oferta de B, y la demanda de este a su vez se atiende con la oferta de A.
Este esquema primitivo de intercambio nos ofrece tres posibilidades. La posición que hemos supuesto de partida, implica una relación de equilibrio o simbiosis particular, no obstante es posible que la balanza se incline en un sentido u en otro, creando dos posibles escenarios, o bien escasez de un bien, o excedente del mismo, lo cual supondría un desequilibrio o ineficiencia en la relación de intercambio.
Esto se traduciría en una asimetría en la relación de intercambio entre A y B, que motivaría en el peor de los casos el enriquecimiento ilegítimo o la acaparación onerosa, por parte de alguno de los dos agentes, obligando al otro a invertir un mayor tiempo en la producción al entrar en cada transacción en una pérdida de sustento vital. Pero este punto, hace ya referencia al concepto de información de un mercado, y para nuestros fines, vamos a suponer que el mercado es absolutamente transparente y claro, y que además se da una distribución de los bienes, de forma proporcional pura.
En la siguiente figura se describen los tres estados del MN:
El equilibrio como ideal de la Economía
En nuestro modelo el equilibrio no se identifica con un denominado precio de equilibrio, en base al cruce de la oferta y la demanda. En realidad yo identifico el equilibrio con el pleno abastecimiento de bienes y servicios. Es decir, no se trata tanto de un éxito a la hora de fijar el precio de la mercancía, sino en alcanzar un éxito pleno en la distribución de la misma.
Este paradigma corrige la tendencia poco valorada del problema de aquellos agentes que quedan por debajo del precio y que no pueden optar por tanto a determinados bienes y servicios, es decir, que se sacrifica el bienestar y la propia existencia de unos agentes, sin aportar ninguna solución alternativa, o dejando ésta al amparo de políticas públicas.
Digamos que el principal lastre de una economía de mercado es que se basa en un modelo económico de representatividad relativa, cuando lo ideal debería ser contemplar la representatividad absoluta o garantizar el derecho de todos. Esta malformación de la teoría, genera minorías, élites, polarización y es una fuente de desequilibrios y externalidades que de forma ingenua se toman como objeto de estudio, como si de una consecuencia o fenómeno natural se tratase, cuando en realidad son fenómenos inducidos por la propia dinámica del modelo teórico aplicado.
Fuerzas o poderes de mercado
Cuando hablamos de posición de poder en un mercado, generalmente pensamos que se trata de una situación de privilegio consistente en poder influir casi decisivamente en el precio de un bien o servicio ofertado. Esto es posible por varios motivos y sus consecuencias son muy extensas para tratarlas con garantías en el presente artículo.
Si quiero que nos detengamos, en la noción de poder aplicado a cualquier agente económico que opera en un mercado. Así de manera intuitiva podríamos asignar a cada demandante de un producto, una determinada cuota de poder, reducida pero existente, basada en el acto libre de la compra o no del producto. Recordemos lo de la representatividad, e imaginemos también la fuerza de compra, como la sumatoria o el alineamiento de un grupo de demandantes a la hora de afectar a la fijación final del precio del producto ofertado.
Pretendo dejar claro que la base de la representatividad absoluta en el precio final de un bien es posible por el ejercicio del derecho, que a su vez, se sustenta en la aplicación de una fuerza o poder colectivo que se alinea.
En este sentido existen dos estrategias diferenciadas, por un lado la competencia perfecta, que aboga por la disgregación de fuerzas, haciendo que nadie pueda optar a influir de forma decisiva en el precio del bien final. Por otro lado está la estrategía que yo sostengo, que establece un uso de la fuerza representativa que alinee los intereses de los litigantes haciendo imposible que una fuerza se imponga a otra, reduciendo el marco negociador a una proporción uno a uno 1:1.
Tipos de relación de fuerzas en el mercado
Existen cuatro tipos de relaciones de fuerzas en el mercado, según el presente artículo.
Cuatro son las variables a las que atenderemos: demanda (d) oferta(o) y otras dos variables relacionadas con la cantidad de agentes (1-n) uno-muchos, involucrados en según qué caso. Así tendríamos los siguientes casos posibles:
- Colusión por demanda (d1-on) : Este sería el caso en el que se sindica la demanda frente a una oferta disgregada, pudiendo determinar ampliamente la demanda el precio óptimo entre la abundante oferta.
- Colusión por oferta (dn-o1): Este sería el caso extremo de un monopolio, duopolio u oligopolio, que sienta las bases para determinar el precio, ante una demanda abundante y disgregada.
- Competencia perfecta (dn-on): esta es una relación de muchos a muchos, muchos demandantes y muchos oferentes, con lo cual existe un alto grado de “libertad” a la hora de fijar el precio final.
- Equilibrio por doble colusión (d1-o1): esta es una relación uno a uno, pongo por ejemplo una colusión de oferta, enfrentada a una colusión de demanda, al final la negociación se reduce a una proporción 1:1.
Neutralización de fuerzas
La estrategía de equilibrar fuerzas en una proporción 1:1, nos permite ya aplicar la lógica del MN.
En tal caso, caben dos opciones en la negociación, acuerdo o desacuerdo. En este juego, en realidad solo cabe el acuerdo, porque el desacuerdo hace perder a ambas partes, es un modelo win to win. Esto se traduce en que ambas partes estarán cuasi obligadas a aceptar la condición del otro para obtener lo suyo, digamos que el resultado final será lo más aproximado a un precio justo reduciendo la especulación a la mínima expresión.
Estrategias e instituciones derivadas del nuevo modelo
Siempre que teorizamos sobre algo, obtenemos las ventajas de sortear la complejidad del mundo que ha de implementar nuestro enfoque. Sin embargo, toda simplificación requiere poder demostrar su viabilidad en el mundo real.
En este caso concreto, no hablaré de la sociedad presente sino más bien de la futura, un cálculo a medio plazo, que nos permita enmarcar la visión del presente artículo. Así, debemos considerar una transformación de una economía analógica a una economía plenamente digitalizada, en el que los datos, sean interpretados por científicos respaldados por los estándares más avanzados sobre ética empleando algoritmos y técnicas de Inteligencia Artificial.
En este contexto de una Economía Digital donde los inputs y los outputs cuentan, sobre todo para responder y anticiparse con garantías a las tres cuestiones clásicas sobre ¿Qué producir? ¿En qué cantidad? ¿Y para quién?
A este marco tecnológico al que se suma la economía, le sienta como un guante la tesis aquí defendida del equilibrio por doble colusión. En este sentido supongamos que los inputs de demanda se vinculan al uso tradicional de tarjetas y pasarelas de pago, además de a una serie de aplicaciones encargadas de recolectar esos datos y permitir las transacciones del cliente en esta economía digitalizada.
En este sentido, y sin entrar mucho en detalle, considero que mi enfoque requiere de tres actores necesarios en base al equilibrio propuesto combinado con la economía digital:
- Club de compras: sería una representación legal de cada consumidor individual en relación a la totalidad de consumidores representables. Este sistema recogería los inputs de compra y realizaría unos cálculos antes de enviar los resultados a un nodo central de regulación, para ser procesado y cotejado con los outputs de oferta.
- Agencia de productores: se trataría de una representación del output de oferta, donde los declarantes reciben la demanda del club de compras, y entran a valorar la posibilidad de la producción final de bienes y servicios.
- Regulador externo: institución central que realiza los cálculos en base a un algoritmo de consenso, supervisado por especialistas, científicos de datos y economistas, que mantienen la conexión y el flujo de información permanente entre el Club de Compras y la Agencia de Productores.
Conclusión
Estas propuestas están sujetas a partir de ahora a la crítica. Mi recomendación es que se aproxime al enfoque con espíritu abierto, y que aporte a partir de aquí su granito de arena, matizando o señalando posibles errores, de forma que yo el primero, pueda reubicar mis ideas en la medida que podamos salvar algo de lo aquí propuesto. En cualquier caso me consideraré agradecido si el tema en cuestión ha podido suscitar su vivo interés. Un placer compartir. Muchas gracias.
Jordi Casado Sobrepere