RUDIMENTOS DE GENÉTICA ONTOLÓGICA
Axioma Triádico: La Forma Objetiva del Mundo
¿Qué es el Axioma Triádico?
El Axioma Triádico (AT) es una forma relacional objetiva y mínima que estructura tanto el conocimiento como la realidad. Toda entidad o concepto que emerge con sentido lo hace como resultado de una relación generativa entre al menos dos elementos, mediada por una estructura formal. Esta estructura es triádica: establece una unidad resultante a partir de dos factores en interacción.
El AT no es una construcción empírica, sino una condición de posibilidad previa a la experiencia. En este sentido, su valor no es simplemente epistemológico, sino ontológico: configura el marco objetivo desde el cual lo empírico puede constituirse como fenómeno.
Este planteamiento puede leerse como una respuesta estructural a una vieja aspiración del pensamiento científico moderno: la búsqueda de un lenguaje formal universal, riguroso y a prueba de errores, tal como pretendieron los positivistas lógicos del Círculo de Viena. El AT, con su forma triádica mínima, se ofrece como un principio generador de inteligibilidad, más allá del empirismo y del reduccionismo lógico.
Ejemplos fundamentales:
- Movimiento rectilíneo uniforme: Velocidad = Espacio / Tiempo
- Ley de Ohm en electricidad: Voltaje = Intensidad × Resistencia
Ambas fórmulas expresan relaciones que permiten inteligibilidad y predicción, y que no pueden deducirse puramente de la experiencia sin un marco relacional previo. Así, el AT aparece como fundamento estructural de lo inteligible, anterior al fenómeno.
Demostración estructural del AT
El AT puede expresarse formalmente como una tríada:
T₀ = T₁ ⊛ T₂
Donde T₀ es el resultado de una operación ⊛ entre dos elementos generativos T₁ y T₂. Esta operación puede ser de composición (×), de cociente (/), o de combinación lógica (∧, ∨), según el dominio considerado. Lo esencial es que la existencia inteligible de T₀ requiere una relación estructurada entre al menos dos componentes.
Condiciones fundamentales del AT:
- División perfecta o residuo cero: la operación entre T₁ y T₂ debe generar un resultado coherente y cerrado, sin residuo lógico o inconsistencia.
- Reversibilidad formal: debe ser posible deducir cualquiera de los dos términos generativos a partir del tercero y de la operación inversa (por ejemplo, si V = I × R, entonces I = V / R, y R = V / I).
- Simetría estructural: la relación debe tener consistencia lógica interna, aunque no necesariamente conmutatividad.
Ejemplos concretos:
- En física del movimiento: V = E / T → Velocidad como relación entre espacio y tiempo.
- En electricidad: V = I × R → Voltaje como producto de intensidad y resistencia.
En ambos casos, sin dos magnitudes bien definidas y una regla de composición, la tercera no tiene sentido ni existencia funcional. Así, el AT no describe la realidad, la hace posible.
Del átomo al mundo
Un átomo no es una bolita indivisible, sino un sistema de relaciones entre subcomponentes: protones, electrones, niveles de energía, campos de interacción. Esas relaciones no existen por sí mismas: necesitan una forma objetiva de estructuración. Esa forma es el AT.
Sin el AT:
- No hay forma de organizar la relación entre partes.
- No hay forma de definir una unidad con identidad.
- No hay concepto inteligible de átomo.
Por ende:
- No hay cuerpos.
- No hay fenómenos.
- No hay mundo.
Lo objetivo y el Tercer Reino de Frege
La objetividad del AT conecta con la noción de «tercer reino» propuesta por Gottlob Frege: un ámbito no subjetivo ni físico, sino lógicamente objetivo, donde residen los contenidos del pensamiento en su forma pura.
El AT, en cuanto forma relacional independiente de cualquier experiencia particular, pertenece a este tercer reino: no es empírico ni psicológico, sino estructuralmente necesario para el sentido. Al igual que los números o las leyes lógicas, el AT tiene una existencia objetiva que no depende de ser pensado ni de ser percibido.
Así, su valor ontológico es superior al de lo empírico: no sólo porque lo precede, sino porque lo funda sin depender de él.
Una metafísica relacional
La conclusión no es sólo lógica, sino ontológica: el ser no se funda en una sustancia indivisible, sino en una estructura relacional objetiva y mínima. El AT puede considerarse una especie de «condición de posibilidad» no solo del conocimiento, sino del ente mismo.
En términos kantianos, lo inteligible objetivo precede a lo empírico. Sin esa estructura previa, no hay experiencia posible, porque no hay forma de articular datos sensibles en una unidad coherente.
Relaciono, luego hay. Esa es la versión triádica del «pienso, luego existo». Un mundo sin relaciones no es un mundo silencioso: es un mundo inexistente.